lunes, 24 de marzo de 2008

"...Por supuesto, solo que ya quemé mis pasiones y tomo sólo, ese vino agrio que me aviva"

Silenciado por el cansancio que comienza a sentirse por el medicamento, que me permite experimentar como tambores sordos en mis neuronas. Como si se tratara de un concurso de golpes en mi cabeza. Asíles escribo esperando descansar para despertar con muchas fuerzas pues hoy es importante que las tenga.


Porqué escribir cansado? Tirado en la cama? Frente a un monitor? o sobre un estilo de hamaca parguaya (ideada con dos sillas y alguna que otra almohada)? Aburrimiento, el más puro de éste, destilado. Me siento completamente inútil sabiendo que el sueño me gana de mano más veces de las que puedo contar. Como dando saltos, caigo y me vuelvo a reanimar.




Así es como me siento, con esas disimuladas ganas de escribir para luego de haber despertado saber cuánto desastre he colocado, cuánta locura, cuánto de mentira, cuánto de verdadero, cuánto de incoherente.




Mi pie, el derecho, me mantiene consciente con su constante vaivén. Me llama de vez en cuando, como en este momento en que mi espiritu se separó y es como si viese más allá, es como si escuchase o supiese verdades que yo, en vela, no reconozco. Un punto intermedio entre la siesta y la vigilia. Un estado que espera con cautela, sin reproches y se nota su agrado, pues cuando vemos de este lugar nos sentimos en casa y, a la vez, "ofuscados" por haber concluido esa hermosa escena, de haber vuelto de ese precioso divague.




Y esa idea de razón que nos atravieza como si fuese una flecha, veloz, conrtante, se auto-destruye sin dejar rastro alguno cuando tomamos conciencia. Sólo nos queda el sabor en el alma de haber sabido el secreto del universo.



"...Porqué razón?" Me preguntó un viajero en mi primer caminata. Yo, sin entender, o habiendome dispersado por alguna que otra cosa le pedí que me explicara a qué se estaba refiriendo. El acercosu mano a su campera y sacó una hojilla. "Porqué viajas?"



Hice un ademán con la mano izquierda como señalandole que no habia una razón clara.



Armamos unos secos y comenzamos a pitar. "Porqué vos?" le pregunté, sin pretender esta vez una respuesta. "No sé" "Aun no has encontrado en ningun país una nueva vida, una nueva inspiración que te tentara a establecerte y ser feliz?" "No se puede presionar a la mente y al cuerpo de nadie, ni de uno mismo, a ser felices, no hay nada que buscar, ni nada que nos tiente, somos nosotros quienes tomamos los caminos esperando algo que nunca sabremos si es verdad que lo alcanzaremos aunque nos empecinemos en repetirnos que lo hacemos para conseguir o dejar algo, porque de eso se trata todo. Y hay que arremeter, claro, pero siempre siendo felices por lo que hacemos y tenemos sin estar buscando estupidamente la vaga idea de que queremos algo para ser felices." No nos miramos y ya finalizaba mi pucho.




"Entonces no encontraste nada interesante?" "...Por supuesto, solo que ya quemé mis pasiones y tomo sólo, ese vino agrio que me aviva, y aún así más vivo que antes".




Dimos nuestras ultimas pitadas, nos saludamos y nos separamos inconscientemente. Lo más intrigante entre tanta charla, entre tantas historias fue el tiempo... El desinterés total hacia temas personales, pero no un desinterés como un hipócrita, sino un desinterés al juicio de éstos y un constante ánimo a la charla, a la conversación y al consejo ambiguo. La intriga y las ricas explicaciones era lo que nos mantenía sobrios del entresueño, del cansancio del viaje y de la alegría.




Esa libertad de no interesarte sobre sus posibles reacciones, esa soltura de poder expresarte como un niño. Y te sientes totalmente lleno pues no callas nada y sabes que él lo escucha sin esperar nada más. No exige que te detengas, ni que prosigas, ni es indiferente al asunto.




El sueño me atrapa, me contrae y mi mente se nubla. Tengo ganas de escribir pero no tengo ideas, o nunca las tuve o ya se me han ido.

La tarde es hermosa, los soles de este ya olvidado verano, las flores de la muy antigua primavera y los nuevos fríos, todos cómplices de un destino y una utilidad, una fugaz prueba de coraje que constantemente te tienta a alcanzar lo inaudito, lo imposible.



Y es que el tiempo que nos va dejando siempre marcas imborrables. Uno al dar un paso, al dar un salto, un vuelco de miradas. Quizás tan solo al pensar o al detenerse a sentir el viento en el rostro. Ese mismo que muchas veces nos salva, muchas nos acompaña y porqué no? muchas veces hace de guía, de enemigo y de alentador.-